Volver a empezar...

Martes 3 de abril de 2018. 
Y el despertador no suena para ir a trabajar. 
Me levanto lentamente de la cama, miro a mi alrededor, me miro al espejo y la imagen que me devuelve me invita a pensar: Puedo volver a empezar.
La vida vuelve a poner a mi disposición la posibilidad de decidir ¿Y ahora qué hago?
Me siento en mi pequeño jardín y observando mis plantas pienso que ahora me sobrará el tiempo para cuidarlas. Nunca me sobró el tiempo, pero a pesar de eso, no me privé de hacer nada.
Mirando mis plantas, cara al sol, disfrutando de un rico café con leche, dejo volar mis pensamientos y comienzo a conectarme con mis inicios…

Corría 1977 y siendo una adolescente, decidiendo que hacer con su vida, se cruzó por mi camino Pnina. Me ofreció trabajo en la primera escuela en la que trabajé “El Scholem de Mataderos”, a condición que comience a estudiar en la mijlalá. Era una difícil decisión, ya que durante todo mi secundario había querido ser psicopedagoga, pero la realidad y la coyuntura nacional me ayudó a elegir: En Argentina no había universidad pública de psicopedagogía y se decía que la carrera de psicología era peligrosa en época de dictadura militar.

Y con Pnina la primera lección de esta etapa de la vida: Para ser una buena profesional tenía que formarme, estudiar.

Recuerdo ese año con mucho amor: estudiante de mijlalá a la mañana, y morá de 3er grado a la tarde. Y recuerdo la posibilidad de desplegar mi creatividad.
Aparecieron acompañando esta experiencia mis amigas de la vida, Lea y Sara.
Con ellas, mis mejores años en el Scholem, mi amor a los niños, mi amor a lo judío.
Junto a Lili, mi amiga-hermana, comenzamos a pensar en cumplir un sueño: ¿y si nos vamos a Israel a fin de año por plan Tapúz?

Y con esta decisión la segunda lección:  Si quiero algo en la vida voy a tener que planificarlo para conseguirlo. Y con ella una lección muy de mi mamá: Si queres viajar yo te ayudo en tus gastos durante este año, vos juntá el dinero para viajar. Gracias mami.

La vida continuaba, y yo creciendo con ella.

Pasaba el tiempo y con él mi crecimiento. Mis alegrías. Y mis tristezas.
Conocía al amor de mi vida, y perdía al hombre que hasta ese momento era el más importante: mi papá.

La vida sigue… y volver a empezar.

Cuando aparece algo no me gusta hago lo que sea para cambiarlo. Muchas veces lo que no es regla en su época.
La vida me había lastimado, pero yo quería salir fortalecida.
En esa misma época nació IAD EL IAD.  De un grupo de soñadores que queríamos cambiar la educación judía en la Argentina. Y la cambiamos...

Y con IAD EL IAD, la tercera lección en la vida: SI queres que algo cambie, atrevete a cambiarlo.

Pasa la vida y el tiempo no se queda quieto, dice la canción.
¡Y vaya si pasaron cosas! Noly y Nico llegaron a mí, para cambiar mi orden de prioridades. Fueron mi fuente de inspiración (y lo siguen siendo). Entre tetas y pañales, cuentos y canciones, el gran desafío de seguir desarrollándome como mujer y como profesional.
Mis alumnos me daban muchísimas gratificaciones, en la mijlalá había obtenido mi segundo título, Iad el Iad seguía creciendo. En mis relatos más íntimos decía “cuando los chicos sean grandes veré si cumplo mi vocación inicial: estudiar psicología”. Ya estaba en mi zona de confort.
Y fue así que un día Noly, con esa percepción tan empática y tan suya, me dijo: Ya somos grandes. Podes empezar la facultad.

Y con mi ingreso al CBC la cuarta lección de mi vida: Nunca es tarde para cumplir un sueño.

Y volver a empezar…
Y ordenar el caos en el que muchas veces me sentí inmersa.
Ir al Buber, ir a ORT. Adaptación del jardín. Corregir. Planificar. Reunión de padres. Buscar material. Preparar evaluaciones. Jugar. Cumpleaños. Fiestas escolares. Parciales. Textos que leer. Vamos a la plaza….

Y con mi título de Licenciada en psicología bajo el brazo la quinta lección de mi vida: Los sueños no se cumplen mágicamente, hay que esforzarse y vivirlos con pasión.

La vida me ofrecía desafíos y posibilidades.
Viajes a Israel, a Polonia con Marcha por la vida.
También momentos de producción y éxitos: participación en concursos y premios.
MI compañero de ruta siempre alegrándose de mis logros.
Mis hijos enseñándome todo el tiempo a ser su mamá.
Los quiero con todo mi corazón. Les agradezco todo el tiempo que me bancaran.
Apareció Cata de la mano de Johi, alegrándome el corazón.
Y también fue la época de las grandes pérdidas.

Y dentro de esta vorágine, la sexta lección de mi vida:  Tengo una hermosa familia. Los afectos en la familia se construyen día a día. Y crecen respetándonos todo el tiempo.

En esa época me sentía mucho más fortalecida. Era momento de comenzar a cosechar de lo sembrado. De pronto me empecé a sentir referente para otros jóvenes que comenzaban su tarea.

Y llegó el día de ayer. ME JUBILÉ. Y la vida no me jubiló a mí.

Estoy dispuesta a seguir recibiendo todas las lecciones que tiene la vida para enseñarme. Entendí que la actividad del docente tiene implícita una dialéctica: En el mismo momento que se enseña se aprende. Y aprendí mucho. Y espero seguir aprendiendo.
Tengo toda la vida por delante…
Puedo volver a empezar…






















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