La metáfora de Tom y Jerry:  De opresores y oprimidos
Lic. Analia Goldin


Es martes a la tarde y Joaquín de 5 años está mirando los dibujitos en su casa. Mira absorto sin moverse ni emitir ningún ruido como si lo que aparece en la pantalla fuese un rito sagrado al que hay que adorar y cuidar especialmente.

Tom lo persigue a Jerry con una sonrisa despiadada en los ojos. Cuando casi lo tiene entre sus dientes lo deja entrar a su cueva para poder así seguir persiguiéndolo.

Jerry entra a su pequeña cuevita y mira para afuera con la intención de salir a provocar la ira de Tom y otra vez el mismo circuito.




Después de una larga jornada de trabajo, me siento cómodamente en el living de mi casa, y de pronto una imagen aterradora irrumpe del televisor. Desde Fuerte Apache, un joven rodeado por un montón de periodistas explica el asesinato de un gendarme. Justifica dicho asesinato que para él fue hecho “por diversión”. Los adolescentes de Fuerte Apache salen a robar entre los 12 a 15 años, ya que a esa edad son inimputables. Arma en mano se sienten todopoderosos e impunes. Y así ejercen poder.

Y mientras tanto, muchos de nosotros miramos fascinados y horrorizados esta escena, que se repite constantemente, preguntándonos ¿Y el próximo quién será?

En estos momentos de crisis, donde el mundo parece que gira sin parar, la violencia nos rodea y nos enreda. Casi perdemos la perspectiva del otro en esta jungla salvaje que nos toca vivir.

Nuestros ojos son ametrallados por imágenes que nos paralizan. Jóvenes atacando a ancianos por unos billetes. Niños atacando a otros niños por un celular. Padres golpeando a sus hijos. Madres llorando por sus hijas abusadas. Adolescentes armados bajo el efecto de un “paco” que les quitó la sensibilidad.

Y mientras tanto…

“Aldón pirulero cada cuál atiende su juego y el que no una prenda tendrá”.

Todos nosotros nacimos y nos educamos con el modelo de Tom y Jerry.

¿Por qué el fuerte necesita del débil para seguir en escena?

¿Por qué el débil sigue buscando que el perseguidor esté cerca para poder salir?

¿Desde dónde y cómo se forma el vínculo entre estos dos actores sociales?

Débiles y fuertes, conquistadores y vencidos, dominadores y dominados, poderosos y subordinados.

A lo largo de la historia de la civilización, el poder y la sujeción a él, dio origen a la estructura de las diferentes sociedades.

Múltiples interjuegos de poder atraviesan el entramado de la sociedad.

Las relaciones de poder atraviesan, caracterizan y constituyen el cuerpo social.

A decir por Foucault “las relaciones de poder fabrican sujetos”.

Las relaciones de poder se entrecruzan, remiten unas a otras, convergen y se oponen o se anulan. Por lo tanto, es imposible estudiarlas como fenómenos particulares, sino a través de su interelación.

Imposible entender este fenómeno social que nos toca vivir si sólo dirigimos la mirada hacia la pobreza. Fácil es, para ciertos discursos, desimplicarse y sólo criminalizar a la pobreza.

El poder nos interpela e institucionaliza la búsqueda de la verdad. Tenemos que producir verdad pero a su vez estamos sometidos a la verdad ya que ella es ley. Se nos impone, nos somete. Estamos obligados a vivir en función de discursos verdaderos que llevan con ellos efectos de poder.

Los medios de comunicación portan dicha bandera, atacándonos con estas imágenes y con poco análisis de la situación. Pocos se preguntan e intentan dar respuesta para entender como un niño apunta a un gendarme, y no ve en él a un esposo y un padre de un niño de sólo 1 mes de vida al que ni siquiera pudo conocer.

Para Foucoult el poder es pensado desde una matriz economicista:

Se pasa como contrato. Es un bien que se cede.

¿Será que estos niños recibieron de sus padres esta manera de ejercer el poder?

¿Será por eso que el asesinato se les naturaliza sin mostrar ningún tipo de remordimiento?

¿Qué mecanismo psíquico opera en estos niños que portan un arma como símbolo de poder?

A lo mejor, esta arma los protege de la desvalidez en un sistema que los excluyó.

Para la autora Judith Butler, quien estudió los mecanismos psíquicos en que se apoya el poder y la sujeción a él, el poder es pensado habitualmente como externo pero en realidad la propia formación del sujeto depende de él.

Pensamos en el poder como en un juego de fuerzas en el que se nos somete y nos subordinamos a él sin pensar que el poder es aquello que forma al sujeto, que condiciona su existencia y la trayectoria de su deseo. Al poder no nos oponemos, sino que dependemos para nuestra existencia. Se nos es impuesto e internalizamos sus condiciones.

El sometimiento es la dependencia a un discurso que no elegimos pero que sustenta nuestra potencia. El sujeto deviene mediante una sumisión primaria al poder.

Si la subordinación toma un lugar fundacional en el sujeto, deberíamos concluir que entra en juego algún vínculo apasionado de los que el sujeto depende de manera especial. Empezaríamos a pensar en una dependencia primaria obligatoria que condiciona y regula al sujeto.

Es inherente a la formación del sujeto que se forme en un vínculo de dependencia.

El sometimiento a la ley es fundante para la organización de una sociedad, ya que esta garantiza los derechos naturales de los que la integra.

Me pregunto si estos niños violentos, no resuelven su “irreductible sujeción al poder” con un acto, para tramitar el desalojo de una sociedad que no los ayudó a constituirse en sujetos. Adolescentes que viven su padecimiento subjetivo con la ilusión de arribar a un estado de plenitud que se manifiesta a través de la compulsión ya que no hay lugar para la palabra.

Niños carentes de ley, que irrumpen en un mundo que los desconoce, y que nos le brinda los elementos para que se desarrollen como tal.

Es momento para que nos preguntemos a qué Otro miramos absortos, qué pasa con nuestros jóvenes y niños conectados a un par de auriculares y así marcar la distancia del otro y alejarlo, y qué hacemos como analistas para que la angustia que provoca la crisis promueva nacimientos de sujetos que encuentren herramientas para “persistir en su propio ser y no perderse en el intento”

Bibliografía:
· Butler, Judith. “mecanismos psíquicos del poder. Teorías sobre la sujeción. Introducción.

· Foucault, Michel. Defener la sociedad. Clase del 14 de enero de 1976, Resumen del curso, Case del 14 de enero de 1976, situación del curso, clase del 17 de marzo de 1976,








 




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